Este domingo 17 de marzo hemos salido a hacer una ruta de senderismo por las minas de Linares. Para nosotros esto es algo habitual y lo hacemos muy a menudo. Pero hoy ha sido muy diferente. Salir a caminar por el campo te llena de energía y te libera de la rutina diaria. En esta ocasión nos acompañaban personas privadas de libertad acompañados de voluntarios de Pastoral penitenciaria. De alguna manera esto nos situaba en una extraña incertidumbre y expectación.
Esta salida había sido autorizada gracias a su buena conducta.
Nuestro primer encuentro en la churrería, apetitoso desayuno, rápidamente nos ha liberado de nuestra incertidumbre.
Muy pronto se ha roto el hielo y hemos comenzado a hablar y a conocernos. Los chicos se veían contentos y con ganas de comunicarse. No en vano verse fuera de la cárcel aunque solo sea por un día podía ser algo estupendo para ellos. Lo curioso es ver cómo también para nosotros comenzaba a ser un día especial y diferente.
Sus caras, sus historias; los padres de uno de ellos que vinieron a desayunar con él… ¡que alegría se veía en sus ojos! El nerviosismo del encuentro y quizás la normalidad de la calle. Nadie reparaba en ese grupo de personas que para nada eran diferentes a los demás deambulantes.
Pronto salimos en microbús para acercarnos al principio de la ruta. Ahora el gran espacio al aire libre, el camino, el sol, la luz… unos y otros caminando y hablando. Me ha sorprendido cómo parecían estar deseando de contarnos algo de su vida, de su situación, de cómo han ido cambiando desde su entrada en prisión. Y ahora con sus mejores deseos de mejorar hacia la ansiada libertad.
El camino ha sido agradable, atentos a las explicaciones sobre el paisaje minero. Qué interesados Se les veía por todo lo que se decía. Era aleccionador su capacidad de escucha y de aprendizaje.
Después de una larga ruta de más de tres horas hemos llegado al CC Poveda de Linares. ¡Qué alegría para todos! Allí nos esperaba un grupo de gente extraordinaria que nos había preparado una comida exquisita. Migas, con su chorizo y su tocinillo, ensalada, frutas y ricos dulces de elaboración casera. ¡Qué gente tan generosa! Un aplauso para ellos.
Una vez degustada tan opípara comida hemos hecho un círculo para compartir la experiencia. Este sí que ha sido, al menos para mi, un momento emotivo… Sé que también para todos los demás. ¡Aquí ha llorado hasta el cura!
Por último una Eucaristía llena de Presencia de Dios. “Esto es Tierra santa», ha dicho uno de los celebrantes. En ese momento y en otros muchos yo he palpado la presencia de Dios. Allí, junto a nosotros, llorando y riendo, comiendo y compartiendo…
Gracias a Dios por esta experiencia y muchas gracias a todos los que la habéis hecho posible.
¡¡Ánimo chicos!! Dios está con vosotros. Toda la fuerza y todo el amor.
Gracias, una vez más
PASTORAL PENITENCIARIA DE JAEN (1)